martes, 1 de enero de 2013

SAN SILVESTRE, UNA CARRERA ÚNICA

A principios de 1999, en un pequeño ático de la Puerta del Sol, nos reunimos de forma "clandestina" con los tres máximos mandatarios de Nike en España, Paulino Moraleda, Laurent Colette y Sandro Rosell, tres auténticos cracks del deporte y el márketing. No sé que les dijimos, pero ganamos el concurso al resto de agencias y pasamos a ser su organizador de referencia para infinidad de eventos. Unas semanas después, cuando ya habíamos puesto en marcha un ambicioso proyecto en Madrid, nos citó Manel Costa con un nuevo reto: ¿Os atrevéis con la San Silvestre Vallecana?. Obviamente sólo había una contestación posible, pero llena de dudas, de respeto, de ilusión y de responsabilidad por enfrentarnos a un desafío espectacular. La San Silvestre, por su fecha, su escenario y su historia, era la carrera más carismática del calendario y nosotros aceptábamos el reto de seguir los pasos de ese visionario llamado Antonio Sabugueiro, dándole una inyección de profesionalidad a la carrera; estábamos llamados a diseñar y poner en marcha la Vallecana del Siglo XXI.
Y aquí estamos, trece años después, cumpliendo con el mandato, superando el reto y haciendo de cada San Silvestre la mejor de las celebradas. No es fácil, es complicadísimo, pero con el trabajo codo con codo de los profesionales de Nike, del Ayuntamiento de Madrid y de Last Lap se termina consiguiendo siempre el objetivo marcado y situar el listón más alto para el año siguiente.
Claro que no es fácil, requiere el trabajo de planificación de varios meses, la experiencia de muchos años y, sobre todo, contar con el equipo más profesional que hay en este sector. La gestión de una prueba deportiva tan singular, en una fecha tan complicada y con más de 40.000 participantes, requiere de un enorme rigor y de grandes dosis de entusiasmo. Cada uno de esos corredores tiene su historia particular, sus incidencias, sus anécdotas y sus vivencias, que darían para escribir muchos libros; lo que no saben es lo que hay detrás de su participación en la carrera, el descomunal dispositivo que se pone en marcha para conseguir que todo se desarrolle con algo más que normalidad, con brillantez.
Detrás del acto de inscribirse a una carrera, recoger el dorsal e ir a correr, hay un equipo de varios centenares de personas trabajando durante muchas semanas, a veces sin dormir, con tensión, superando obstáculos, con decenas de reuniones, con innumerables estudios y análisis y con mucha creatividad para conseguir dar cada año un salto de calidad en la organización y en la capacidad de emocionar y sorprender a participantes, público y medios informativos. La entrega de dorsales en esa feria que de por sí es todo un evento; todas las acciones de calentamiento previas; la gestión de permisos y servicios municipales; los meticulosos planes de seguridad; el programa de animaciones; los montajes de la zona de salida y de las dos zonas de meta; el control del recorrido; la coordinación de la caravana de vehículos en carrera; la comunicación y atención a medios informativos... Todas las áreas funcionan de forma autónoma pero consiguiendo que todo lo que ocurre en esa noche mágica tenga sentido.
El precio personal para todo el equipo, que no ha tenido una navidades normales en los últimos trece años, merece la pena por la satisfacción de escuchar ese comentario que a menudo pulula en el estadio del Rayo al acabar la prueba: Sólo Last Lap puede hacer algo así.

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